jueves, septiembre 07, 2006

Primer aniversario sentados en un Corn-Flake

Se cumple un año desde que inicié la aventura de este blog, un año ya y todavía aquí sentado, esperando a la banda que nunca termina de llegar. Es curioso, un año entero y aún no sé muy bien qué estoy escribiendo, de qué carajo va este blog. La mejor definición por ahora me la ha brindado gentilmente Jose: “reflexiones de pasada…” Me gusta, me suena a mirar paisajes desde la ventanilla de un tren.

Desde el principio tuve claro que no quería un blog de esos en los que la gente cuenta hasta qué ha desayunado, no quería hablar de mí (eso me lo reservo para una futura Autobiografía no autorizada). Pero, ay, se dedica uno a reseñar libros, discos y películas creyendo que huye de su vida y al final descubre que esos libros, discos y películas, todos juntos, conforman el dibujo de su rostro, el exacto mapa de su vida.

Me hubiese gustado escribir más, pero ya sabéis…

Como regalo de cumpleaños os dejo un video de la canción de la cual saqué el nombre para el blog: I am the Walrus, los Beatles en su máximo apogeo psicodélico. El video está sacado de ese viaje en tripi de dos horas que es la peli sin pies ni cabeza Magical Mistery Tour. Es genial ver a los Fab four disfrazados de morsas dando saltitos (me río yo de Michel Gondry). La letra es un galimatías surrealista que tiene algunos momentos realmente ingeniosos. No sé muy bien por qué elegí esa frase para el blog, simplemente quería un nombre que no tuviese un significado evidente y me gustaba la canción. Mi afición por los desayunos ricos en fibra hizo el resto.

Muchas gracias a todos por estar ahí.

martes, septiembre 05, 2006

Septiembre, mes soprano



Discretamente, casi de clandestino, septiembre es un mes Soprano. No podremos hablar de una Sopranomanía porque esta estupenda serie (quizá la mejor de la historia de la televisión, como ya dije en otro lugar) no ha terminado de calar en nuestro país, pese a que Canal + y la Sexta la han emitido con mayores escrúpulos y respeto de los que suelen utilizar las cadenas españolas para programar series extranjeras y pese a que no son pocas las voces “autorizadas” que la reivindican y recomiendan por doquier (entre ellos mi admirado Javier Marías, que ha dedicado varios artículos en la prensa nacional a la serie, y Antonio Gasset, el payaso de Días de Cine que comentó que el mejor cine de los últimos diez años lo había visto, paradójicamente, en la TV, viendo Los Soprano). Pese a esto, digo, la serie cuenta con pocos seguidores en España en comparación con otras que han surgido tras su estela y el boom de las series de televisión por cable, de temática más adulta. Pero aún así, no podemos negar que Los Soprano están de actualidad por varios motivos: primero porque Canal + comienza a emitir en horario de máxima audiencia la sexta temporada, la última hasta el momento, sólo un par de meses después de su emisión en EEUU. Segundo porque uno de los directores habituales de la serie, Allen Coulter (también fogueado en otras series de éxito como Sexo en Nueva York o A dos metros bajo tierra) acaba de estrenar su primer largometraje en Venecia,Hoolywoodland , con excelentes críticas. Y tercero porque el fiera de James Gandolfini vuelve a ser noticia, esta vez por un accidente de moto a gran velocidad (bastante grave al parecer) que ha obligado a retrasar el rodaje de la séptima temporada hasta 2007.





Pues todo esto y el hecho de no tener nada que hacer son motivos suficientes para intentar hacer una enumeración de unos cuantos elementos por los que considero Los Soprano la serie imprescindible. No están todos los que son, por supuesto, pero allá voy:

1. Habría que empezar reflexionando sobre la atracción que las historias de la mafia ejercen sobre el público, sobre todo masculino. Esto lo hablé una vez con mi amiga Irene: ¿es porque la sensación de poder, unida a la imagen del fuera de la ley espolea nuestra mentalidad adolescente? ¿Es por el romanticismo de mantener en el siglo XXI unos estrictos códigos de conducta basados en el honor y la lealtad? ¿Es porque los mafiosos siempre están en puticlubs y barras americanas? Pudiera ser eso, sí, pero no solamente…

2. En la primera temporada un personaje dice que la mafia ha pasado a formar parte del imaginario cultural norteamericano, que las películas de mafiosos son similares a los westerns en la formación de una tradición literaria en el siglo XX, etc, etc. Conscientes de ello, en Los Soprano se realiza una reflexión constante sobre el género de mafias y se aporta un elemento ausente en sus precedentes: los mafiosos ven películas de mafiosos y les gustan. Así se establece un dialogo con el género al que se adscribe la serie, pero que se subvierte y desautomatiza (oh, sí, estaba deseando utilizar esa palabra), exactamente como Don Quijote con los libros de caballerías: Toni, que es un cinéfilo empedernido, ama El enemigo público -en cuyo protagonista se basó David Chase para crear su personaje- y la trilogía del Padrino, pero detesta Uno de los nuestros -claro, ahí gana el malo, la rata, el chivato, lo más bajo que puede llegar a caer un hombre-. A su hija Meadow sus amigos de la universidad le preguntan si su vida es como la de Sharon Stone en Casino y el joven Christopher piensa que los problemas entre familias deben solucionarse “como en la escena final de Scarface, con un par de metralletas en cada mano.” Luego hay personajes que detestan el cine de mafias porque fomenta un estereotipo negativo de los ítaloamericanos y la reflexión sobre las "mob movies" se torna en otra sobre la huella de la cultura italiana en Estados Unidos.

3. Por su humor negro. A menudo cuando hablo con alguien que nunca ha visto la serie me pregunta: ¿pero eso es de risa? Pues no exactamente, pero sí, también. Los Soprano tiene aires de tragedia pero con elementos de humor muy negro, demasiado negro. Y amargo: uno se ríe de la muerte de los personajes, de su torpeza o incultura... Para la memoria queda el capítulo “Pine Barrens”, dirigido por Steve Buscemi: -“Los rusos son unos cabrones ¿no recuerdas cuando pusieron sus misiles atómicos en Cuba apuntando hacia nosotros?” –“ No jodas que eso pasó de verdad, pensaba que era una peli.”

4. Por su audacia, que sobrepasa con mucho la del formato televisivo o la del género de mafias. En Los Soprano rara vez se dicen las cosas, sólo se insinúan y a menudo es difícil saber qué ha pasado realmente. Y luego están esos capítulos “experimentales”, como los de los sueños de Toni que son propios de una peli de David Lynch.

5. Por la música. Siempre salen canciones chulas: digan lo que digan, ningún fan de los Rolling había reparado en lo buena que es Thru & Thru hasta que apareció en la serie y se puso de moda; y la escena de Toni hablando de los Chi-Lites con un sindicalista negro en una sauna vale más que la vida.

6. El personaje de Toni, que es de una complejidad inusual en la televisión e incluso también en el cine. Astuto como un zorro, brutalmente violento de puertas para fuera, débil y depresivo de puertas para dentro. Perturbado por la escala de valores que ha heredado y por la forma en que se gana la vida (que él no eligió), pero incapaz de deshacerse de ella, es más sin voluntad de deshacerse de ella.

7. Adriana LaCerva- Drea de Matteo

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lunes, septiembre 04, 2006

España, campeona del mundo




Era imposible, no podían traspasarse los fantasmas del fútbol al baloncesto. Era ilógico pensar que los traumas y las derrotas de un deporte pudiesen afectar a otro deporte. Y sin embargo, el miedo estaba ahí, no terminábamos de creérnoslo, aun con España ya en la final esperábamos que viniese la pifia, algún golpe de mala suerte que nos despertase del sueño. “España no puede ganar, siempre tiene que pasar algo”, los españoles siempre tan pesimistas (o quizá no es que seamos pesimistas, es que somos cobardes y escondemos la cabeza antes de la derrota). Pero esta vez no ha pasado nada, o mejor dicho, ha pasado de todo (arbitraje permisivo con la agresividad rival ante Argentina, la lesión de nuestro mejor jugador, la muerte del padre del seleccionador…) y ante todo hemos sabido reponernos hasta llegar a lo más alto. Cuando se es un equipo ganador no valen las excusas.

Mi padre, como buen español, intentaba desmarcarse de cualquier compromiso “qué más da que ganen o pierdan si igualmente mañana vamos a tener que ir a trabajar todos.” Cierto, tenemos que trabajar, ningún triunfo deportivo va a librarnos de nuestra vida cotidiana. Pero sin embargo hoy vamos a trabajar con una sonrisa en la cara, hoy tenemos esta satisfacción de haber hecho bien las cosas, de que, sí, por una vez somos campeones del mundo. Es la satisfacción de haber presenciado algo heroico, de haber sido una pequeña parte de algo heroico. Esto es algo que nunca entenderán los que no aman el deporte, cómo un balón que bota a treinta mil kilómetros de distancia puede ser empujado por millones de personas, cómo ese balón puede importar tanto como tu trabajo o puede servirte de bálsamo momentáneo para cualquier pena o dolor.

El deporte es estética, todas las estrategias diseñadas para la victoria acaban conduciendo a la estética. Y sólo unas cuantas veces el deporte es también heroísmo, emoción infinita, comunión con los semejantes, euforia agradecida… Todo eso que confluyó ayer para hacernos sentir realmente grandes.