sábado, noviembre 26, 2005

BLIND WILLIE MCTELL

Pinchad aqui para descargarla canción:
  • Blind Willie Mctell


  • He colgado esta canción de Bob Dylan que me apetecía compartir. Sorprendentemente Bob Dylan la dejó fuera del disco Infidels y sólo se editó oficialmente años después, en el primer volumen de The bootlegs series. Los que la descubrimos entonces nos dimos cuenta de que no sólo superaba a las ocho canciones de Infidels, sino que probablemente era lo mejor que había compuesto en los últimos veinte años. Los caminos de Dylan son inescrutables.

    ¡¡Afeitate, gipi!!

    NOTA: El archivo ya ha caducado, si algún rezagado no lo descargó en su momento que me lo haga saber y subo otra vez la canción. Pero vamos, que está el emule.

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    domingo, noviembre 06, 2005

    Elliott Smith

    A menudo lo que da verdadera importancia a una obra artística (cuadro, libro o lo que sea), lo que la hace valiosa para nosotros y la convierte en un clásico personal que nos acompañará durante nuestra vida, no es su potencial innovador ni su posible capacidad para descubrirnos mundos novedosos que ni siquiera imaginábamos. Más bien lo que hace que una obra nos cale hondo, nos llegue de verdad, es su facultad de decirnos cosas que ya sabíamos, cosas que están dentro de nosotros pero que aún no habían encontrado las palabras o la forma adecuadas para salir. Y esa forma se materializa de pronto escuchando una canción, por ejemplo, o un disco. O viendo la escena de una peli en la que un trasunto desfasado de Bjorn Borg se sesga la venas frente a un espejo...

    Siempre queda bien una foto de Bjorn Borg

    Por eso, tras escuchar una canción suya en la película Los Tenembaums, he vuelto con asiduidad a Elliot Smith. Llevo ya tres días enganchado a su disco Either/Or, creo que me aporta la banda sonora para mi estado de ánimo en esta época del año: cuando el otoño empieza a convertirse lentamente en invierno en esta ciudad del sur, donde hace frío pero nunca niebla y donde el sol en una terraza de bar te obliga a quitarte el abrigo aunque hagan 2ºC. Así es la música de Elliot, melancólica, ensimismada, pero impregnada de melodías que remiten a la mejor tradición pop.
    “Debe haber algo de tristeza en la música, para que la felicidad que alberga de verdad importe”, dijo una vez él mismo. Astuto heredero del trasfondo de amargura que residía en la luminosidad de los mejores Beach Boys. Amante de los Beatles, rehuyó sin embargo las producciones demasiado barrocas que éstos facturaron a menudo a favor de una sencillez (que no simplicidad) que roza a veces la desnudez, y lo acerca a cantautores folkies como Nick Drake, otro ilustre malogrado.



    Hace ya dos años que Elliott se suicidó. Se clavó un cuchillo en el corazón, como el héroe de una tragedia griega o de una pomposa ópera. Un final demasiado dramático para alguien que siempre rehuyó el exceso: lo suyo era melancolía y tristeza contenida, no lamento desgarrado. Nada de gritos, ni de regocijos en la desgracia como la pornografia sentimental que realizan algunos. Elliot fue susurro, ensimismamiento, tímida aceptación con los hombros encogidos...

    Al año de su muerte la multinacional Dream Works publicó From a basement on the hill, su último disco, que ya estaba terminado el día de la muerte de Elliott pero que había sido rechazado en dos ocasiones por los ejecutivos de Dream Works por ser excesivamente anticomercial. Como suele suceder, la muerte de su autor hizo que dejase de ser considerado anticomercial y fue publicado, no sin insultantes manipulaciones de la casa discográfica: lo que se concibió como un disco doble acabó reducido a uno simple, probablemente para no agotar de una vez la gallina de los huevos de oro en la que se convierte un artista cuando muere y para que de este modo en el futuro podamos contar con nuevos discos póstumos de Elliott Smith. El mundo es una mierda.

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